¿Es la fragilidad, un encanto literario? La fragilidad de las palabras, como cuando estallan en lágrimas, en una carcajada o en un enojo feroz cuando se cae un vaso y se rompe.
¿Es la fragilidad, el fiel reflejo de la dureza exterior y lo sensible que podemos llegar a ser por dentro? Será acaso que todos nos desarmamos de vez en cuando y nos volvemos a reconstruir cuando tomamos conciencia de que la vida es mucho más que un pedazo de papel, un mensaje, un beso, un suspiro quizá.
Nuestro corazón se encuentra a salvo en la burbuja que le armamos inconcientemente así nos refugiamos del mal del mundo. ¿Será esa una clase de fragilidad?
¿O serán tan frágiles mis manos para romper en llanto cuando se ahogan de tanto escribir, de descifrarme las palabras más complicadas y simples que traspasan la pantalla?
¿Seré frágil yo? Es muy posible, lo soy. Pero debo ser también un muro firme, para esperar lo que sea que venga en el camino que recorro, para tener los ojos bien abiertos y tener ganas de escuchar lo que me gusta y lo que no.
¿Será la fragilidad poética una manera de decir lo fuerte que somos o creemos ser y tras el misterio de entendernos durante la vida uno cree ser misterioso y en realidad es lo que menos es?
Es posible.