Pueden haber casi siete mil millones de personas en el mundo, pero muy pocas de esas personas valen la pena. Hay una que no es un pedacito de cielo, es el cielo entero. No es una estrella, es mi universo, que brilla cuando mi corazón está oscuro. Esa persona que hace que los problemas sean solo piedrecitas en tu camino a la felicidad, que las patea, que las quita de tu camino, las hace desaparacer a la nada. Que te quita el miedo. Que si yo salto, salta conmigo. Que sabe como plantar una semilla de una rosa amarilla en tu corazón, la hace crecer y está siempre dándole agua para que no se marchite, y por mucho que deje de darle agua nunca morirá. Que sabe darle la luz que necesita para su fotosíntesis. Que le pone las espinas para que nadie la corte, pero lo que no sabe es que esa rosa amarilla, cuando se planta, ya nunca, nunca más, caerá al suelo.